DIVINIDAD QUE DICTA LA MÚSICA

Del libro de Juan de San Grial "EL PIANO COMO ORFEÓN Apuntes para la revolución del piano"

Bajo el poder de la Divinidad que dicta la música

El compositor no sabe ni él mismo lo que está escribiendo. Escucha y apunta. Mi tarea es reproducir a través de lo apuntado lo que el compositor escuchó.

Las notas no son una ley obligatoria a cumplir, no son una ‘torá musical’, sino una cifra misteriosa de música, que fue oída una vez por el autor, desde lo alto.

La música se dicta desde lo alto como un cierto código y cada vez se descifra de un modo diferente: dependiendo de los procesos que ocurren en los cielos (!), por eso cada vez suena de una manera nueva.

El intérprete no debe considerar la música como una letra a cumplir (en las notas todo está escrito, solo te falta ejecutarlo, alumno aplicado), sino como un código copiado de la partitura del ordenador celestial, de la biblioteca mística de partituras que debe ser 1 acertado, 2 entendido y 3 sonorizado (!) conforme al concepto.

No me encuentro bajo el poder del compositor (Tchaikovsky, Mozart, Beethoven), sino —totalmente— de la Divinidad que dictó la música.El destino supremo de la música es vencer la muerte

Son pocos los que entienden el arte de la música.

EL PIANO COMO ORFEÓN Apuntes para la revolución del piano

Más detallado

El arte no está llamado a servir a los demás —no importa si a Dios, al hombre o a la sociedad— ni a consolar a la gente en sus sufrimientos ni a cantar un himno en honor a la nación... Ni siquiera hablo de la música eléctrica placentera para bailes modernos. ¡Es una comprensión del arte extremadamente rebajada!

La música, siendo la reina de las musas, tiene un destino supremo: VENCER A LA MUERTE E INTRODUCIR AL HOMBRE EN LA INMORTALIDAD.

La muerte es una tragedia, causada por el remodelado de adaptación3, la consecuencia de la introducción de la lujuria. Tras la lujuria, el mal se adentró en el hombre.
Con el mal, sobrevino la muerte.

El ser humano, en su profundidad más reservada, es atacado por las dudas: “¿Por qué existe la muerte? ¿Qué habrá después de morir? ¿Quién me consolará? Y si no...”.
La muerte puede llegar en cualquier momento. No es necesario vivir hasta los 80 o 100 años...

LA MUERTE NO EXISTE, ¡he aquí el leitmotiv del consolaméntum musical! Es indiferente a quién esté tocando usted: Shchedrin, Sviridov, Bach, Beethoven, Tchaikovsky o Verdi. ¡La mú sica debe manar desde el Reino del amor puro, de la luz empírea y de la bondad perfecta!
Si el intérprete tiene el mismo compuesto que tal música —llevando dentro la luzempírea y sobrecelestial, el amor y la bondad que vencen a la muerte— suena el consolaméntum musical.

El secreto de la música genial: LA INTERPRETACIÓN DEBE SER BILOCACIONAL. Se trata de tocar desde allí, estando aquí. Entonces, en la eternidad se podrá tocar desde aquí, estando allí.

El músico-minnesínger debe sentirse en dos mundos al mismo tiempo. No salir volando hacia otro mundo, sino estar en comunicación con el mundo empíreo (!). Es irse a los cielos y desde allí conversar con los prójimos, consolándolos con que no existe la muerte ni la separación. Él ya ha pasado la muerte y ha regresado, volviéndose aún más cercano, unido de forma aún más estrecha con lazos de amor...

La música debe sonar en las alturas, más allá de los límites de este mundo: los que hasta ahora, por desgracia, ningún intérprete ni director de orquesta, entre los más célebres, ha podido alcanzar. Las excepciones serían David F. Óistrakh (considero que David Feódorovich Óistrakh está por encima de toda la música mundial) y además mi ‘abuelito’4, Heinrich G. Neuhaus.

3 El remodelado de adaptación —Según la tradición del catarismo, el hombre fue remodelado: de un dios-hombre se convirtió en un hombre mortal.

4 Heinrich G.Neuhaus —El profesor de mi profesora de música. Estudié ocho años con su alumna amada, pasé todo el programa que ella pasó con él durante cinco años de estudio.