LES MYSTÈRES D'OSIRIS
LES MYSTÈRES D'OSIRIS
Le meurtre d'Osiris, il est dit, a eu lieu le dix-septième jour du mois de Athyr (Hathor), étant dans .le signe solaire du Scorpion et Osiris vingt-huitième année de son règne, ou sa vie. (On remarquera que cette date marque le début de l'hiver, quand le soleil est mystiquement tué par les forces des ténèbres ; et était à cette date, correspondant à la fête de la Toussaint dans the Christian Church, quand le peuple de l'Égypte a été pleurant la mort d'Osiris, comme nous enlutamos nous vendredi, par la mort du corps de Jésus à cette date)
LOS MISTERIOS DE OSIRIS
El Tercer Grado era llamado en Egipto los Misterios de Osiris; corresponde al Grado de M. M. de nuestro moderno sistema masónico. Apuleyo describe a Osiris como: "El más poderoso Dios de los dioses mayores, el más elevado de los mayores".
En el ritual egipcio, que era más completo e impresionante que la tradicional historia conservada en la Masonería moderna, el candidato tenía que pasar a través de una representación simbólica del sufrimiento, muerte y resurrección de Osiris, la cual incluía experiencia de este dios entre la muerte y la resurrección, cuando él entró al mundo de Amenta, y se convirtió en juez de los muertos, quien debía decidir cuánta felicidad le correspondía a cada alma, y regresar, para encarnación terrestre, a las que necesitaban un desarrollo humano de mayor alcance.
La leyenda de la muerte y resurrección de Osiris era bien conocida de todos en Egipto, profanos o iniciados, y había grandes ceremonias públicas, correspondientes a las de nuestro viernes de Dolores y Día de Pascua en países católicos, cuando estos eventos místicos eran celebrados con el máximo esplendor y con la cordial devoción de toda la gente.
La historia de Osiris no se encuentra en ningún lado en una forma conexa con la literatura egipcia, sino en textos referentes a todos los períodos de su vida; el calvario, muerte y resurrección son aceptados como hechos universalmente admitidos. Tal parece que en aquellos lejanos tiempos no estaba permitido hablar de la tradición en ningún detalle, al menos a extranjeros, pues Herodoto dice:
También en Sais existe la tumba de Aquel a quien no creo sea piadoso nombrar en conexión con tal asunto, la cual está en el templo de Atena (Isis) atrás de la morada de la diosa, extendiéndose a lo largo de todo el muro del mismo; y en el sagrado recinto se yerguen grandes obeliscos de piedra, y hecho casi en forma de círculo, siendo en proporciones, según me pareció, igual al que es llamado"
Estanque redondo" en Delos. Sobre este lago ellos ejecutan, por la noche, la representación de Sus sufrimientos, y a esto los egipcios llaman Misterios. Sé más completamente en detalle cómo se llevan a cabo, pero dejaré esto sin decirlo. Diodoro escribe con igual resultado: En días remotos, según tradición, recibida, los sacerdotes conservaban como un secreto la manera de la muerte de Osiris, pero en tiempos posteriores se llegó a saber debido a la indiscreción de algunos, que aquello que había estado oculto en silencio entre unos cuantos era expresado en el extranjero entre muchos
LA LEYENDA DE OSIRIS
El mejor relato exotérico de la leyenda fue conservado para nosotros por Plutarco, en su tratado De Isis y Osiris, escrito en griego, allá, a mediados del primer siglo de nuestra era, una vasta porción que ha quedado respaldada por los textos de jeroglíficos egipcios que han sido descifrados por los investigadores. Puede resumirse así:
Osiris fue un sabio rey de Egipto, que se dedicó a civilizar a la gente y a redimirla de su anterior estado de barbarie. Les enseñó el cultivo de la tierra, les dio una legislación y los instruyó en la veneración a los Dioses. Cuando vio que su país era próspero, se dedicó a enseñar a las otras naciones del mundo.
Durante su ausencia Egipto fue tan bien gobernado por su esposa, Isis, que su envidioso hermano Tifón (Set), la personificación del mal, igual que Osiris era la personificación del bien, no pudo hacer mella en su reino; sin embargo, al retorno de Osiris a Egipto, Tifón urdió una conspiración contra él, persuadiendo a otras setenta y dos personas que se le unieran, junto con una cierta Reina de Etiopía llamada Aso, quien por coincidencia estaba en Egipto en esos días.
El mandó un hermoso sarcófago de exactamente las mismas medidas, y introdujo en medio de su sala de banquetes cuando Osiris estaba presente como invitado, y en tono de broma prometió obsequiarlo a cualquiera cuyo cuerpo cupiera en él.
Todos los presentes en la fiesta lo probaron, pero ya que la caja no le había quedado bien a ninguno, Osiris, que era el último, se acostó en ella, e inmediatamente los conspiradores la cerraron, la amarraron bien, y luego de haberla sellado con plomo, la arrojaron al Nilo.
El asesinato de Osiris, se dice, tuvo lugar el decimoséptimo día del mes Athyr (Hathor), estando el Sol en .el signo de Escorpión, y Osiris en el vigésimo octavo año de su reinado, o bien de su vida. (Se notará que esta fecha marca el comienzo del Invierno, cuando el Sol es místicamente asesinado por las fuerzas de la oscuridad; y fue en esta fecha, correspondiente al festival de Todos los Santos en la Iglesia Cristiana, cuando el pueblo de Egipto tuvo luto por la muerte de Osiris, al igual que nosotros nos enlutamos el Viernes de Dolores, por la muerte del cuerpo de Jesús en tal fecha).
La noticia de la tragedia llegó a Isis en Copos, ella cortó un rizo de su cabellera, se vistió de luto y salió en busca del cuerpo de Osiris. Investigó que el sarcófago había sido arrastrado por el mar hasta Byblos –no el Byblos de Siria, sino los lodazales del Delta, donde crece el papiro- y que había sido interceptado por un árbol de tamarisco, el cual habla crecido tanto rodeando el sarcófago que ya lo ocultaba totalmente; y que además el Rey del país, maravillado por su descomunal tamaño, lo habla cortado para convertirlo en pilar para que sostuviera el techo de su palacio. Isis fue a Byblos y trabajó como aya de uno de sus hijos del Rey. Noche a noche ponía al niño en el fuego para que sus partes mortales se consumieran, y luego, ella se convertía en golondrina, y lamentaba la pérdida de su esposo.
Pero la Reina, por casualidad, vio al niño en llamas y gritó aterrorizada, quitándole así la oportunidad de la inmortalidad, que de otra manera le hubiera sido conferida. La diosa se identificó y pidió el pilar que soportaba el techo, lo cual, al serie concedido, le permitió sacar el ataúd que contenía el cuerpo de Osiris y se lo llevó de regreso a Egipto, escondiéndolo en un lugar secreto mientras buscaba a su hijo, Horus. Mas, Tifón, por infortunada coincidencia, encontró el sarcófago al cazar bajo la luz de la Luna, y reconociendo el cuerpo como el de Osiris, lo destrozó en catorce pedazos, esparciéndolos en el campo.
Cuando lo supo Isis, hizo un bote de papiro y se dedicó a encontrar los fragmentos del cuerpo. Osiris retornó del otro mundo y se le apareció a su hijo Horus, dándole instrucciones de combatir a Tifón. La batalla duró muchos días, a la larga, Horus venció. Finalmente Osiris se convirtió en rey del bajo mundo y juez de los muertos.
Esta leyenda, como nuestra historia tradicional, ha variado por las materializantes influencias de aquellos que no entendieron; pues no hay una clara mención de una resurrección en el relato de Plutarco, sino simplemente un vago regreso de los muertos. Esto representa, sin embargo, una muy tardía versión de la tradición, versión que está materializada y desfigurada más allá de todo reconocimiento; y en los Misterios de Osiris la leyenda estuvo más de acuerdo con los hechos reales del mundo espiritual.
Aún en las inscripciones egipcias que han sido descifradas, existen claras indicaciones de la resurrección. El principal apunte de la leyenda verdadera fue la muerte de Osiris a manos de Set; la fragmentación de su cuerpo en dos veces siete partes, representando el brote de los siete rayos, o tipos de manifestación consecuentes del descenso del Logos a la materia; la búsqueda de Isis y el hallazgo de las varias porciones del cuerpo; la reconstrucción y final resurgir de Osiris por medio del tercero de tres sucesivos intentos hacia la triunfante inmortalidad y resurrección eterna.
También fue en esta etapa cuando la función de Osiris como juez de los muertos se estudió; y la viñeta en el papiro del Ani, del juicio de Osiris, así como el colocar en la balanza el corazón de Ani contra la pluma de la verdad, representa el enjuiciamiento del alma por los Señores del Karma. Si el alma estaba purísima se le dejaba el paso hacia la inmortalidad; si no decía la verdad era mandada al monstruo Amemit, "el devorador" y era tragada otra vez en el cielo de generación, para reencarnar de nuevo sobre la Tierra en otro cuerpo. Aunque estos símbolos y leyendas eran conocidos en el mundo entero, su verdadero significado interno era explicado solamente a los iniciados del Tercer Grado.
La historia de Osiris, al igual que la de Mithra y los demás dioses solares (entre los cuales algunos autores incluyen aún a Cristo mismo), es a menudo considerada simplemente como una apoteosis de los procesos de la Naturaleza, bien conocidos por un pueblo agrícola. Así es como Plutarco dice que Osiris era también tomado como Nilus, el río Nilo; Isis como la Tierra de Egipto, periódicamente fertilizada por las avenidas de aquél, o sea, sus inundaciones.
Astronómicamente, Osiris era el Sol, Isis la Luna y Tifón la oscuridad y el Invierno, quien al triunfar destruía los poderes fertilizantes del Sol, impidiendo que éste diera su vida al mundo. Es la historia universal del dios Sol quien después de una lucha por la existencia y el desarrollo de su poder al principio del año, al fin se yergue en triunfo en el alto cielo o cenit de su gloria, y aplica su vida a todas las criaturas, madurando el maíz y la uva, solamente para dar lugar una vez más, al avance del Invierno.
El Sol en los cielos, como la vida total del mundo, tiene como plan este ciclo de muerte y resurrección; y la vida pequeña en la semilla sigue un proceso similar; germina y llega al fruto, que es cosechado y sacrificado para la nutrición del hombre y otras criaturas; pero así como Tifón no destruyó total mente a Osiris, sino que dejó los fragmentos de su cuerpo por medio de los cuales su vida fue posteriormente renovada, así el hombre no se come todo el maíz, sino que conserva una parte para sembrarla de manera que reincide el proceso de vida.
El hombre, a su vez, crece a través del mismo ciclo de cambios: niñez, madurez y vejez; y tampoco él escapa del sacrificio que caracteriza a toda vida, mas renace una vez y otra vez, conforme a su ciclo de reencarnaciones. La historia de la semilla es como la del hombre ordinario, mas la historia del Sol es como la del hombre que se está haciendo divino. En los Misterios egipcios lo llamaron osirificado, y los místicos cristianos se refieren a él como unificándose con Cristo, como cuando San Pablo habló a sus adeptos como "Pequeños míos, de quienes sufro las torturas del parto una y otra vez, hasta que Cristo quede formado en ustedes". (Gálatas; 4, 19.) Lo que distingue al sacrificio divino de los sacrificios terrestres es que es voluntario.
Es por esto que siempre se proclamó que el método humano para alcanzar la divinidad es la ausencia de egoísmo y el sacrificio personal en favor de los demás; y toda la historia de Cristo y de Osiris no es más que un breviario de lo más saliente y un ejemplo de cómo ese sacrificio puede ser expresado en términos de vida humana sobre la tierra, al igual que lo es en los cielos.
Las investigaciones del iniciado en los Misterios de Osiris eran extendidas aún más allá, hasta incluir la verdadera morada del hombre, esa tan elevada sección del mundo mental o celeste en la cual el ego funciona en su cuerpo causal; y, al mismo tiempo, la ceremonia de la elevación era explicada, en muchos estratos de interpretación, como el descenso del Logos a la materia. Su muerte y entierro místicos, y su elevación de nuevo al reino que no tiene fin; y también como el descenso personal del alma hasta los cuerpos, su resurrección de la muerte, en vida, de los mundos inferiores de la forma, y su reencarnación sobre la tierra una vez más.
Los signos de los Misterios de Osiris eran casi los mismos como ahora los tenemos, aunque los signos reconocimiento y de orden eran los que se usaban en los trabajos escoceses y americanos; pero las palabras eran diferentes, siendo mucho más positivas en carácter. Los tocamientos, marchas y baterías eran idénticos a los que usamos ahora, y el de saludo ha quedado también sin cambio.
C. W. LEADBEATER